domingo, 12 de enero de 2014

La modernidad no pasea por las Ramblas



Ya han pasado las fiestas de navidad y se han retirado las lucecitas que adornaban las calles. Ahora me dispongo a contemplar una ciudad más moderna, libre de bombillas de colores, de árboles iluminados y de muñecos disfrazados de color Coca Cola.

Ya sé que las Ramblas de Barcelona, por donde circulan miles de turistas, van quedando pocos signos de modernidad, pero aún albergo alguna esperanza, y ahora que ya ha pasado la vorágine de las fiestas, me dispongo a visitar el Arts Santa Mònica, este espacio que durante tantos años ha sido un referente de las tendencias más avanzadas del arte que se presentaban en Barcelona.

Ramblas abajo, antes de llegar a Santa Mónica paso por delante del Liceu, donde se está representando la ópera Cendrillon de Jules Massenet. Se trata del cuento de hadas de La Cenicienta, cuento entrañable y ñoño que se presenta con una escenografía escueta y con un vestuario que oscila entre lo naïf y lo grotesco. La música de Massenet es bella, ramplona, graciosa y bien orquestada, adecuada para un cuento de hadas. Todo bien representado, pavisoso, sosaina y chocho donde la modernidad brilla por su ausencia.

No pierdo la esperanza y antes de llegar a Santa Mónica me encuentro con las taquillas del Teatro Principal, que recientemente ha sido restaurado y han reabierto al público. Parece ser que se pretende configurar este equipamiento cultural como un espacio para la representación de espectáculos de cabaret. En seguida pienso en obras de cabaret literario y me viene a la mente alguna propuesta arriesgada, una avanzadilla que pudiera suponer una evolución de aquel cabaret expresionista que hizo furor en la República de Weimar, pero no, lo que me encuentro es que las hornacinas de piedra que fueron las antiguas taquillas, se han convertido en unos escaparates donde se exponen lujosos bolsos de piel, latas de caviar y botellas de champagne francés del más caro; total, sólo signos de lujo y ostentación en vez de modernidad.

Sigo en mis trece de ir a la búsqueda de algún signo de arte moderno y entro en Arts Santa Mònica y allí, los nuevos gestores de este centro, haciendo un alarde de progresía cultural, presentan la exposición  Un dilema. L'art contemporani i la inversió en la incertesa, donde se muestran obras de Francesc Abad, Mariona Moncunill, Basurama, Antoni Llena, Núria Güell con Juanjo Garfia, Ro Caminal, Antonio Ortega, Gabriel Pericàs, Raimond Chaves y Gilda Mantilla, Raquel Friera, Ana Garcia-Pineda, Martí Guixé, Les Salonnières, Antoni Marquès, Josep-Maria Martin, Sofia Mataix y Miquel Ollé, Tere Recarens y Özay Sahin. En general buena voluntad, pero no encuentro nada más que dato y concepto y una ausencia total de progreso formal.

Hay, sin embargo, en el Espai Balcó de Arts Santa Mónica un pequeño oasis que verdece en medio del desierto de la modernidad perdida. Se trata de la exposición LOCUS NAKED. Se presenta como un recopilatorio-diálogo de la obra de Marga Clark y Valentí Gómez i Oliver, es una mirada progresiva sobre el panorama formal de dos ciudades, Nueva York y Roma, son visiones esperanzadas sobre dos mundos aparentemente opuestos. Los dos artistas reflexionan sobre una ciudad proyectada hacia el futuro y otra que parece vivir anclada en el pasado, y sobre estos dos mundos, los artistas establecen un diálogo donde resaltan la importancia de la inteligencia, de la diversidad y del arte, como espacio universal de entendimiento y progreso.  Con fotografías, dibujos y textos nos explican cómo El passat il·lumina la nostra recerca present del futur (El pasado ilumina nuestra búsqueda presente del futuro).

En fin, después del paseo por las Ramblas compruebo que la modernidad se ha marchado de esta calle poblada de turistas. Sólo queda el pequeño balcón de Arts Santa Mónica donde encuentro un oasis de arenas esperanzadas.

domingo, 12 de enero de 2014

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