miércoles, 3 de enero de 2018

Dos pesadillas

 Johann Heinrich Füssli, La pesadilla, 1781, óleo sobre lienzo.

Thomas Burke The night mare after Fuseli (La pesadilla según Fuseli), grabado pointillé en sepia publicado en Londres por R. J. Smith, 1783.

Una pesadilla se cernía sobre los primeros artistas románticos, sus emociones chocaban contra el espíritu ilustrado. La oscuridad y la fuerza irracional del instinto no cabían en el arte de la razón. Por otra parte, una corriente pietista cubría con sombras el Siglo de la Luces. La oscuridad se hacía pesadilla.

Johann Heinrich Füssli (también llamado Henry Fuseli) pintó sombras, su obra se desarrolló en plena Ilustración, cuando la razón reclamaba luz, más luz, y el pensamiento racional dedicaba todo su esfuerzo a disipar las tinieblas de la superstición y lo esotérico.

Füssli pintó La pesadilla. Aquella obra dio mucho que hablar, escandalizó a muchos y la crítica perpleja tuvo que encajar aquel mal sueño en un tiempo en que las mentes más claras proyectaban jardines botánicos, institutos científicos y bibliotecas.

La pesadilla sale de la fantasía de Füssli sin objetivo moral, solo es una sombra irritada, un arrebato oscuro, un albedrío usurpado, una reflexión en el caos de la tiniebla, es, en fin, “la razón de la sinrazón que a su razón se hace” o mejor, la voluntad racional que se disipa en un secreto íntimo del autor que a ninguna mente racional le interesa.

Interesa, quizás, a quienes se preocuparon por el inconsciente. No en balde, una reproducción de esta “pesadilla” estaba enmarcada y colgada en una pared del apartamento de Freud en Viena.

Habían pasado dos años desde que Füssli pintó aquella pesadilla, cuando en 1783 Thomas Burke realizó el grabado The night mare after Fuseli (La pesadilla según Fuseli). En el título de este grabado nos encontramos con un enigma que es, en sí mismo, una pesadilla.

Burke escribe el vocablo nigthmare separando las partículas nigth y mare, esto es: noche y mare. Mare o mara es el nombre que se da en algunas mitologías a un mal espíritu que se dedica a presionar el pecho de los durmientes. La fuerza mórbida que ejerce la mara sobre el cuerpo de aquellos que han caído en un sueño profundo produce monstruos. Es la monstruosidad romántica enardecida que se opone a la razón.

10 comentarios:

  1. ¡Cielos! Estos iluminados del "pensamiento único" están por todas partes y hasta se te aparecen en los sueños. Un mala pesadilla sin duda.
    Un abrazo, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, estos iluminados se empeñan en llevarnos al mundo de las sombras. Son una pesadilla, son unos pesados.
      Abrazos

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  2. Este cuadro siempre me ha desasosegado. La parte central del mismo muestra a una joven dormida o desvanecida en el lecho con la cabeza y los brazos colgando hacia el suelo; sobre su abdomen, un horroroso íncubo en cuclillas parece mirarnos en actitud pensativa. En el fondo y a la izquierda, una espectral cabeza de caballo cuyos ojos son dos esferas blancas emerge entre unas cortinas rojas. En primer plano, a los pies de la muchacha, una mesa auxiliar sobre la que puede distinguirse una bandeja con dos tarros y un espejo orientado hacia el íncubo, en el que, sin embargo, éste no se refleja. El resto es penumbra.

    El asunto y la composición de la pintura responden al concepto según el cual lo sublime suscita el terror tras confrontar al sujeto con los fenómenos extremos. Y las pesadillas nos sumergen en lo desconocido, nos devuelven lo que la razón evita.

    En la actualidad también hay motivos sobrados para que las pesadillas nos alteren el sueño...Y eso que estamos en sel Siglo XXI

    Un abrazo

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    1. Amigo Luis Antonio, este cuadro es inquietante, da miedo. ¿Por qué, los románticos se empeñaban en meternos miedo? En esto se parecen a los maestros del románico rural.
      Lo que me inquieta del arte del siglo XXI es que ya se ha acabado y, en el mejor de los casos, es una pesadilla o dos.
      Un abrazo

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  3. Es una de mis pinturas favoritas, refleja ese estado hipnótico, estremecedor, donde nuestra consciencia queda en manos de seres -propuestas infernales-que acaban con el sueño plácido de la durmiente y del que quizás ya no volverá.

    Abrazos

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    1. Querida Amaltea, esta pintura de Füssli me intranquiliza, de hecho toda la obra de este pintor me inquieta, es un exponente del romanticismo lúgubre. Ya sabes que yo apuesto por la claridad meridional, el cielo de Grecia, la luz del estrecho de Mesina, el azul de Cadaqués...
      Abrazos

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  4. Qué interesante tu apunte. Al final me ha llevado sin querer al grabado de Goya (El sueño de la razón produce monstruos) que no suele ser interpretado fácilmente. En este sentido encuentro este enlace que puede ser interesante o al menos a tener en cuenta:

    https://webs.ucm.es/info/especulo/numero36/suerazon.html

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    1. Sí, amigo Fackel, la obra de Füssli hace pensar enseguida en el grabado de Goya. Son, sin embargo, dos concepciones del sueño y de la vida completamente antagónicas. Goya expresa el temor de la caída de la razón, el miedo a que los monstruos se apoderen del entendimiento, Goya alerta. La suya es una advertencia que induce a la acción, a estar siempre pendientes para que la oscuridad del delirio no nos aceche. Goya es un ilustrado.

      En cambio, Johann Heinrich Füssli, en “La pesadilla” nos muestra ya una razón vencida, la joven del cuadro ha caído en la oscuridad romántica, un espacio poblado de monstruos, donde la emoción y el arrebato han usurpado la mesura humana. El grabado pointillé de Thomas Burke The night mare after Fuseli abunda en la oscuridad; el romanticismo iba apagando las luces de aquel siglo iluminado, que luego más tarde Francisco de Goya habría de padecer. La negrura de un romanticismo que había nacido con el pietismo prusiano y que en España se convirtió en sinrazón y nos llevó a la nefasta Restauración. Tildaron de afrancesadas aquellas mentes ilustradas que habían traído un poquito de luz a estas tierras de estigmatizados.

      Sigo lo que expone Maynor Antonio Mora y comparto su razonamiento. En efecto, el racionalismo y también el empirismo supusieron un choque violento contra las formas místicas, el organicismo y los restos de la escolástica que durante tantos siglos configuraron el pensamiento europeo, en España, particularmente dogmático. Era un dogma que imponía una irracionalidad sobre lo subjetivo. Menudo galimatías, ¡Ay, amigo Fackel, ay, cuánta oscuridad!

      Parece que en “La pesadilla” de Füssli, el pensamiento racional haya naufragado en el mar de las tinieblas, aquellas aguas que, según Kant, rodeaban la isla de la razón. Como dice Maynor Antonio Mora, “el pensamiento racional es, ante todo, un pensamiento que se justifica a sí mismo, sea en la adecuación a un fin o principio ético ulterior -criterio teleológico-deontológico- o bien, frente a los mismos fundamentos lógicos o comunicativos -criterio semántico-pragmático-.” Completamente de acuerdo con las palabras de Maynor.

      No sigo y acabo afirmando también, como seguramente debía creer Francisco de Goya, que la razón es ideología y método. Es en este sentido “razón práctica” y su método tiene unos principios y unos límites perfectamente marcados y, le demos las vueltas que queramos, ya sean epistemológicos, axiológicos o todos aquellos que la filosofía describe; son, a fin de cuentas, los principios y los límites del pensamiento científico.

      Amigo Fackel, afirmo todo esto a sabiendas que aún queda un mundo que desconocemos pero que poco a poco la ciencia (genómica, psiquiatría, física, matemáticas, etc.) nos irá descubriendo.
      Saludos

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